Copio mail de un amigo sobre la crueldad del sistema de salud chileno, en particular del hospital de Peumo, para con una niña que padece de Fibrosis Quística.
Ayúdame a difundir esta forma de eutanasia.
Gerardo Donoso
La Odisea de ser enfermo y pobre
Adjunto un par de recuerdos del control de Constanza Verdugo; Cony, del jueves 8 de febrero de 2007. Dos ex alumnos maristas, Gerardo y Arturo, como muchos otros, que desde sus propias vidas, sus propias obligaciones personales, familiares, sus propias dificultades laborales y puestos trabajo, empujan y animan a quienes, por voluntad de Dios, nos toca estar al lado de la niña que lleva en su corazón y en su cuerpo la lucha a favor de su vida, conciente de que está amenazada permanentemente.
Estos gestos y estas presencias, como pocas significativas actitudes cada vez más puntuales de personeros de la salud, hacen fuerza hacia el bien de la balanza manifiestamente descontrapesada por las imperfecciones e insensibilidades humana siempre creciente de la salud pública chilena.
Ya se empieza a institucionalizar la ajena responsabilidad de traslado de la niña desde Peumo a Santiago, por parte del Hospital de Peumo, para su control clínico.
Se experimenta una primera señal decisional, hace una semana, en un confuso enredo de antecedentes, explicaciones, comunicados, trascendidos, tales como que no hay vehículos, que están en panne, que no tienen la revisión técnica al día, que no esta la doctora que ordena, y que sale muy costoso traer a una sola persona a Santiago. Es decir, hay que tener un paquete económico de pacientes en peligro de muerte para justificar un viaje de una ambulancia o camioneta de un Hospital desde Peumo a Santiago.
La opinión de la unidad encargada a nivel ministerial, deduzco que con alcance nacional, del programa de atención en los casos de fibrosis quísitica, de que las jerarquías de la red hospitalaria debían procurar el traslado de los pacientes hacia el establecimiento con recursos acorde a la complejidad de la patología, no ha servido de nada ni a nadie le ha interesado. Ni un solo eco de respuesta de las instancias recomendadas a quien dirigirse, ni ministeriales, ni regionales ni de direcciones de servicios de salud.
Resultado, la paciente no pudo venir a Santiago, y quedó sin controlarse, no obstante las recomendaciones del Hospital especializado y de la doctora que encabeza su atención, en el sentido de que tan pronto sienta síntomas preocupantes manfieste su necesidad de control, para que la trasladen.
En una segunda oportunidad, 8 de febrero reciente, oportunidad del nuevo control, se empieza a consolidar y hacer definitiva, autoritariamente, y ante la impotencia, fragilidad y pobreza de la añosa abuelita que acompaña a la paciente y de la agobiada niña, la resolución de que tendrán que venir a Santiago en bus, comprando sus pasajes cuyos gastos le reembolsará el Hospital sometiéndolas a los procedimientos burocráticos y administrativos públicos.
En ningún criterio y momento inteligente de los participantes de esta decisión en el Hospital de Peumo, se hizo presente el antecedente de que la paciente tiene sus pulmones vulnerables a la captación, en el medio público de transporte y en la metrópolis contaminada hasta la saturación, de cualquier gérmen cómplice de las destrucción física y funcional de esos órganos.
Ningún asistente social de los tantos que ostentan cargos en el sector público, fue capaz de ponerse en el lugar físico no tan solo de la paciente, sino de la abuelita acompañante en la recta de los ochenta años, con trombosis en sus dos piernas, caminando por Santiago, desde los terminales de buses en el sector Estación Central, donde hormiguean lanzas, rateros, pungas, cogoteros, con escalas mecánicas por doquier y sin hábitos para acceder ellas, en una ciudad con cientos de puntos congestionados por las obras para habilitar el transantiago con aspecto de una ciudad bombardeada.
Viajando desde las cinco de la mañana, en ayuna para facilitar los exámenes a que debía someterse la niña, y a un sistema de control que por sus múltiples trámites y el paso por diversos especilistas y boxes de atención no lleva menos de cuatro y a veces cinco horas.
Por alguna razón, seguramente de mejor eficiencia técnica relativa en el rango de deterioro en que ya estamos describiendo, había que llevar las muestras de sangre al Hospital del Torax para su análisis e informe. Nos atiende una niña que no es de la unidad receptora de las muestras por ser solo reemplazante, situación que nos advierte para que le expliquemos a qué vamos, nos señala que solo hay reactivos para uno de los tres análisis ordenados y, que llame por teléfono en unas dos o tres semanas más para chequear si han sido abastecidas.
Yo doy a gracias a Dios, que Él me somete a dolores y sufrimientos que soy capaz de soportar, porque estos ya me habrían descompensado hasta el suicidio.
Agotada la instancia gubernamental de salud para conocer sus reaciones y gestiones, los lectores de este informe sírvanse contar con toda la libertad de este informante para difundirlo, adecuarlo para la presentación y conocimiento a cualquier instancia, persona o institución, con capacidad competente de gestionar un cambio de actitud, de los responsables.
El Congreso tiene una comisión de salud, de cuyos componentes no conozco su eficiencia, solo sé de uno que promociona la píldora del día después.
Saluda atte. mario cabezas g.